
Joyce Kanyangwa Luma, Directora de Recursos Humanos del PMA asistió a la Reunión Anual 2019 de CCHNde Berlín en Alemania. (Foto: Photothek)
Nuestras conversaciones con mujeres líderes para el proyecto Legitimidad, diversidad y mujeres en las negociaciones en primera línea continuaron con Joyce Kanyangwa Luma, Directora de Recursos Humanos del Programa Mundial de Alimentos (PMA). Joyce reflexionó sobre su experiencia en operaciones de emergencia y destacó la importancia de la diversidad en el equipo negociador y cómo el género, la nacionalidad, las lenguas y la cultura pueden aprovecharse en las negociaciones. También subrayó la necesidad de dar a las mujeres negociadoras más reconocimiento y más oportunidades de adquirir experiencia en los contextos operativos más complejos.
Con su formación académica en ciencias agrícolas y nutrición, no es de extrañar que Joyce Kanyangwa Luma acabara especializándose en seguridad alimentaria, utilizando sus conocimientos para analizar y ejecutar proyectos relacionados con la alimentación. Y gracias al sistema de rotación del personal del PMA, ha podido trabajar en distintas disciplinas y comprender mejor los diferentes aspectos de la labor del PMA.
Prepárate y vive la experiencia de primera mano
Antes de incorporarse al PMA, Joyce trabajó en su país natal, Zambia. En un proyecto, fue contratada por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) para hacer un seguimiento de las repercusión de la sequía en la población y sugerir opciones de respuesta adecuadas. Utilizó su formación analítica para saber dónde estaban las personas más vulnerables, cómo podían llegar a ellas sus equipos y qué tipo de ayuda prestarles. La negociación entró en juego una vez resueltos todos esos aspectos, para garantizar que la ayuda llegara a los más vulnerables.
El PMA, usuario de los análisis e informe que Joyce elaboró sobre la sequía, reconoció rápidamente sus aptitudes y le ofreció un puesto de trabajo. Joyce ha desarrollado una interesante carrera en el PMA, que abarca desde el terreno en Pakistán, Sudáfrica, Sudán del Sur y Etiopía hasta puestos clave en la sede. Joyce reconoce que, de todas sus experiencias, Sudán del Sur fue realmente la introducción a la primera línea.
Antes de ir a Sudán del Sur, Joyce hizo un curso sobre negociación. Aunque el curso estaba más relacionado con los negocios, aprendió a pensar en las dificultades de la negociación y a estar preparada para las circunstancias. En Sudán del Sur, los principales retos eran los combates y el hecho de que la gente intentaba activamente impedir el acceso de su equipo. Tuvo que entender la dinámica del conflicto y negociar con los grupos responsables de las zonas a las que intentaba llegar. Comprobó de primera mano la importancia de contar con un equipo de apoyo muy familiarizado con los grupos clave.
A la pregunta de cuál sería su consejo para otras jóvenes humanitarias, Joyce respondió: "Animo a la mayoría de las mujeres con las que hablo en la organización a que vayan a la primera línea. Es el lugar donde se aprende. No se aprende a ser humanitario en la sede. Es realmente yendo al terreno más profundo donde entiendes los problemas que están en juego y lo que hay que hacer para llegar a las personas más vulnerables. Por ejemplo, Sudán del Sur es realmente Harvard para los humanitarios. Si quieres ser un humanitario de verdad, ¡ve al terreno! El trabajo humanitario consiste en resolver problemas y tratar cuestiones humanas, eso no se aprende en un libro de texto".

Joyce Kanyangwa Luma durante una misión sobre el terreno. (Foto: Joyce Kanyangwa Luma)
Animar y capacitar a las mujeres negociadoras
A la hora de trabajar y negociar sobre el terreno, Joyce afirma que ser mujer y de un país en desarrollo tiene algunas ventajas. En Pakistán le sorprendió que la población local la viera como una más porque ella también procedía de un país en desarrollo. Se llevaba bien con sus homólogos locales porque no consideraban que tuviera una agenda occidental. Pudo ganarse la confianza dejando claro que sus intenciones se centraban en el bienestar general de la gente, no en la política.
Para ella, ser una mujer africana casi siempre le facilitó mucho ser aceptada en Sudán del Sur. Podía desenvolverse mejor cuando negociaba con personas de todos los niveles y en diferentes contextos. Recuerda una vez que le dijo a uno de sus homólogos sursudaneses: "¡Soy una de ustedes! Quiero que a tu país le vaya bien. Tienes que pensar en la gente que sufre, no en el partido al que apoyas". Dice que sólo estaba siendo sincera; cree que por eso las mujeres pueden lograr avances en algunas conversaciones difíciles, porque se las considera más preocupadas por las personas vulnerables sobre el terreno que por cualquier otra cosa.
Últimamente ha visto a más mujeres solicitando trabajo en Sudán del Sur y en otras operaciones difíciles, tanto para altos cargos, como directores de país, como para puestos subalternos. Cree que la gente ya no percibe las operaciones de alto riesgo y emergencia como dominadas mayoritariamente por hombres. Pero subraya que es necesario que haya más debates entre mujeres para animarlas y capacitarlas para ir al terreno.
"En primera línea siempre hemos tenido mujeres negociadoras, sólo que nunca las hemos reconocido como tales. Personalmente, creo que ya es hora de que empecemos a hablar con negociadoras sobre el terreno y aprovechemos sus experiencias, porque creo sinceramente que podemos aprender mucho de ellas. El punto fuerte de las mujeres negociadoras es que pueden negociar con el contraparte más difícil sin ser percibidas como amenazadoras. De hecho, deberíamos plantearnos asignar más negociadoras fuertes y experimentadas a los contextos operativos más difíciles", subrayó.